Y Sucedió De Verdad...

Una Historia De Miedo

Mi abuela Aurita siempre me cuenta que antes de que yo naciera , iba todas las noches a buscar la leche a casa de su madre, mi bisabuela. Para ello tenía que pasar por un sitio en el que había un riachuelo y que decían que estaba encantado.

Una noche, cuando volvía a casa con la leche vio a lo lejos una sombra que parecía una persona y pensó que alguien le quería hacer una broma. Cuando ya estaba muy cerca se dio cuenta de que la cosa no se movía ni tampoco tenía cara. Era toda negra, y mi abuela se puso más nerviosa.
Al acercarse todavía más, lo que ella creía que era un fantasma desapareció haciendo un ruído raro.

Mi abuela echó a correr y ni miró hacia atrás y del miedo, se le pusieron los pelos de punta...

 LLegó a casa muy asustada y nunca más volvió a aquel lugar!!

 Jorge  Iglesias Acuña 5º B Ilustrador: Aarón Loira 5º B

Conducciones Temerarias

Esta historia me la contó mi tío Carlos de cómo aprendieron mi padre y mis tíos a conducir:

Un día, cuando yo tenía 17 años, nuestro padre decidió enseñarnos a mí y a mis cuatro hermanos a conducir.

Como yo era el mayor de todos, fui el primero en ponerme al volante. No me fue mal el recorrido, pero antes de arrancar se me caló el motor dos veces. Cuando terminé, le pasé el turno a mi hermano Toño. Entonces comprendí que la verdadera emoción se sentía atrás.

A Toño le iba muy bien hasta que encontramos un tractor y nuestro padre le dijo que lo adelantara. Mientras iniciaba el adelantamiento se quedó con el pomo de la palanca de marchas en la mano. De pronto apareció un camión, pero Toño haciendo caso omiso de la situación, intentaba poner el pomo en su sitio. Nuestro padre giró el volante y fuimos hacia la orilla del río. Cuando el coche se detuvo mi hermano había terminado de poner el pomo en su sitio. Salimos del coche y lo empujamos hasta la carretera.

El día transcurrió bien si no contamos que Mariano entró muy rápido en un túnel, chocando contra las paredes y tocando prudentemente el claxon o cuando Valeriano entró derrapando en una curva y se cruzó con un coche que lo esquivó de milagro.

Al tercer día éramos ya unos expertos e íbamos en el coche solos. Fueron clases de conducción temeraria, por lo menos para el pobre coche, que murió " con las botas puestas " .

Aldara Fernández Fdez 5º B

En La isla De Ons

Este verano, mi madre y yo fuimos de camping a la isla de Ons. En ella hay un pequeño pueblo y unas playas preciosas como la de Melide y un faro antiguo de hace más de cien años.

Ricardo, el farero, y su hijo Miguel son mis amigos y, un día, Miguel nos invitó a mi amigo Uxío y a mí a ver su colección de conchas... A las diez menos cuarto, esa noche, subimos al faro. Fue una gran sorpresa cuando nos dejó pulsar el botón de encendido: el faro se encendió y empezó a girar.

Allí nos contó Ricardo la terrible historia de 11 adolescentes a los que se les ocurrió entrar nadando en el llamado " Burato do Inferno". Como en esa zona el mar está siempre revuelto, ya en la estrecha entrada, una ola los arrastró y a 4 los rescataron heridos en el mar , 2 quedaron sentados en una piedra y 5 murieron. Me impactó tanto esa historia que esa noche no pude pegar ojo...

Tomás Rodríguez Durán 5º B Ilustrador: Aarón Loira 5º B

Aventura De Verano

Eran tres amigos, Carlos, José Lino y Jesús.

Sucedió en el verano del año 1965 en Mourente, concretamente en el conocido ''Monte do Castro''.

Los tres amigos habían escuchado una historia en la que se decía que en el ''Monte do Castro'' había unas cuevas que habían sido construídas por los Celtas. Esto impactó tanto a los tres amigos que decidieron ir a comprobarlo.

Era una tarde calurosa de veranoy los tres amigos caminaron durante una hora para recorrer los 2 Km que les separaban  del lugar. Cuando llegaron, ni el cansancio ni la sed les impidieron ir a la búsqueda de las misteriosas cuevas.

El grito ¡La encontré! de José Lino, hizo correr a los otros dos amigos hasta el lugar.

Una entrada llena de arbustos ocultaba la cueva. La oscuridad que había  no dejaba ver más allá de medio metro, lo que hizo que José Lino sacara la linterna. Al encenderla se escuchó un revoloteo que hizo que Carlos y Jesús gritaran: ¡Un vampiro! Era un murciélago que descansaba en la cueva. Nerviosos y con el miedo en el cuerpo los tres amigos vieron luz al final del corredor y todos consiguieron salir de la cueva sanos y salvos.

Joel Moreira Fernández 5º B Ilustradores: Joel Moreira y Antón J. Freira 5º B